Por: Bernardo Romero Parra
En los 486 de nuestra ciudad nativa, Cartagena, consideramos como requisito indispensable para sacar esta urbe del rezago ante el progreso y desarrollo; la participación de todos los sectores de la comunidad cartagenera, sin embargo, todavía hay conciudadanos que no aceptan esta realidad de ese nuevo contexto social que reclama igualdad de oportunidades, en el recibir información, dar opiniones, tomar parte en la toma de decisiones y después en la ejecución de las cosas.
El liderazgo para la Renovación Competitiva de Cartagena, debe ser promovido y asumido por sus propias fuerzas vivas, rompiendo el paradigma de que en esta urbe no hay líderes. En Cartagena (y alzo la voz, apartando la modestia) si hay conmigo personas que lideramos procesos de pensamiento y acción desde diferentes áreas en búsqueda del mejoramiento de las condiciones de vida de los conciudadanos, lo que hace falta es que nos reconozcamos mutuamente identificando intereses comunes y dejemos de lado las diferencias que nos separan.
No entendemos porque las fuerzas vivas de Cartagena, dejaron pasar, dejaron hacer en el tiempo, como si cada uno de los gremios y sectores se acomodara protegiendo sus intereses particulares, sin pensar que esa irresponsabilidad los golpearía como el retorno de un boomerang. Porque hoy en la aldea global las falencias y padecimientos de unos, nos afectan a todos.
Para evidencia estos ejemplos: La ciudad portuaria se atrinchera con tecnología de punta, mientras la malla vial de la ciudad está destruida; La ciudad del sector petroquímico mejora sus instalaciones, mientras oferta local para ese mercado laboral, no es tenida en cuenta: La ciudad turística, aumenta su número de camas y oferta de servicios mientras no hay políticas oficiales de formación profesional a la población en idiomas y atención turística.
A Cartagena, tenemos que sacarla necesariamente del subdesarrollo local con pragmatismo y prospectiva gerencial, pero con mucha dosis de sensibilidad social para que la mayoría de sus habitantes no sigan ajenos al progreso global en una ciudad que por sus excepcionales condiciones naturales debería estar a la vanguardia de las capitales más importantes de Colombia y no relegada a una quinta o sexta posición como esta en la actualidad.
Macro proyectos para la ciudad como los programas de vivienda de interés social, la vía perimetral, la central de abastos, el plan maestro de drenajes pluviales, la canalización de caños y lagunas, el dragado del canal del varadero, la optimización de Transcaribe, la conversión de cerro de la Popa en zona de reserva forestal, la recuperación ambiental de la ciénaga de la virgen, el desarrollo de proyectos urbanísticos para las islas de: Tierra Bomba, Caño del Oro y Bocachica, entre otros. Requieren de una agenda especial por parte de la actual y las futuras administraciones con el fin de asegurar su culminación entregándole a Cartagena las condiciones de competitividad que debe tener una ciudad de progreso.
No podemos dejar de lado la realización de programas sociales que nos permitan brindar servicios humanitarios a la población, acompañados de formación para el desarrollo humano, lo cual es imprescindible para transformar los comportamientos de las personas sacándolas de la resignación y la desesperanza adquirida para llevarlas a ser protagonistas de la gestiones por su propio bienestar, solo así se podrá transformar la realidad de una ciudad como lo afirma el urbanista español, Antonio Puig.
Las historias de los cangrejos en lata, que denotan la presencia de dañinos vicios morales como la envidia, el orgullo, el egoísmo, la cizaña, la calumnia entre otros, que impiden el avance colectivo en Cartagena, indiscutiblemente deben expulsarse y combatirse como plagas mortales. Por ejemplo no podemos rechazar alianzas de inversión basados en chismes y conciabulos, sin ninguna información veraz y real.
La postmodernidad nos invita a la integración de equipos humanos, con heterogeneidad de profesiones e intereses, pero todos con una misma perspectiva: Sacar del rezago socio económico a Cartagena a través del aporte de cada uno de los integrantes de esta comunidad macro, donde cada quien desde su corporación pública, gremio, profesión, oficio, etnia, creencia política o religiosa aporte su granito de arena para el desarrollo. Siendo claros y directos se requiere del Concurso de Senadores, Representantes a la Cámara, Concejales, Ediles, Industriales, Directivos y empleados de medios de comunicación, Gremios de profesionales, Sindicalistas, docentes, líderes de organizaciones cívico-comunales, Madres Comunitarias, Clubes Deportivos, Padres de familia, Gerentes de Empresas, Iglesias, ONGs y todo ciudadano interesado en participar.
Esa estigmatización a las personas que laboran en lo público de corruptas, no puede seguir siendo un rasero general, ya que como integrantes de la raza humana todos somos propensos al error, pero también a corregir los yerros. Por el contrario opinamos que estas experiencias conjugadas con las del sector privado enriquecerían los resultados de una administración transparente.
Parodiando a Martín Luther King, en los Estados Unidos podemos afirmar que el Milagro de Cartagena se realizara cuando todos sus hijos sentados en una misma mesa, sin distingos de ninguna clase podamos conciliar sobre el futuro de esta gran urbe continental.
Por: Bernardo Romero Parra
P.U. Comunicación Social Periodismo
Especialista en Formación de Formadores.
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