Por amenazas, funcionarios de parques nacionales naturales de Colombia tuvieron que salir de Playa Blanca, el balneario más visitado de Cartagena, que enfrenta una seria crisis ambiental por cuenta del turismo depredador.
“Las amenazas se dieron en Semana Santa a raíz de los controles para ingreso de bañistas que realizaron funcionarios de parques nacionales y otras entidades, y que generaron una reacción agresiva por algunos actores de la comunidad quienes manifestaron su molestia por no tener la afluencia masiva y desbordada que suele haber en temporadas altas”, le dijo a EL TIEMPO, la teniente de navío, Stephanie Pauwells, jefe del Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo.
Las autoridades en Cartagena vienen realizando operativos a los comerciantes, montan retenes y luchan para controlar el ingreso desmedido de bañistas a las playas, pero no han podido con las hordas de turismo depredador y ahora con los violentos que no quieren que las autoridades les toquen un negocio que mueve millones en esta playa.
“La capacidad máxima de ingreso a la playa es de 3.124 bañistas, pero no es fácil, aun así, hemos bajado esa afluencia masiva 4 mil o 4.500 turistas, cuando en día de puente festivo podrían entrar 10 mil y 11 mil personas”, señaló Pauwells.
El pasado puente festivo, Playa Blanca de nuevo se llenó de miles de turistas en su máxima expresión.
Buses repletos de familias venidas de los municipios del norte de Bolívar, o el vecino departamento del Atlántico, como siempre, se asomaron sobre el puente que cruza el canal del dique, cuando el sol apenas despuntaba.
Son miles de bañistas que llegan a ocupar los 3,2 kilómetros de playa y sus aguas cristalinas, pero llegan cargados de latas de cerveza, gaseosas y todo tipo de alimentos empacados en material contaminante; a lo que se suman los hostales, bares y restaurantes que en la ilegalidad prestan servicios turísticos. Pese a que hay un decreto del 2016 que prohíbe el ingreso de alimentos.
Pese a que hay un decreto del 2016 que prohíbe el ingreso de alimentos, muchos turistas ingresan comida y dejan los desechos en la playa.
En Playa Banca no hay ningún servicio público, y algunos hostales han implementado letrinas y pozos sépticos para atender a los viajeros.
Las aguas hervidas y los desechos van a dar al conjunto de 7 ciénagas de Puerto Naito ubicadas en la parte de atrás de Playa Blanca, que se han convertido en las letrinas de este escenario natural.
“Los turistas extranjeros son la gente más educada y cuidadosa de la playa y el mar: si traen una botella de agua se llevar el envase y más si pueden, pero los colombianos somos los más sucios y los que más basura dejamos”, dice Rodolfo Cruz, operador turístico de la playa.
Según José Carlos Puello Rubio, secretario del interior y de convivencia ciudadana de Cartagena, a la capacidad máxima de bañistas para esta playa hay que sumarle los cerca 2.000 comerciantes que se calcula trabajan y viven de Playa Blanca, en más de 300 negocios entre hostales, bares y restaurantes.
Comercio que además sigue destruyendo manglar para construir más hostales y quioscos, por ello no quieren en la playa funcionarios de Cardique, Parques Nacionales Naturales de Colombia, la Alcaldía de Cartagena y la misma Policía Nacional, que pese a tener un CAI en la playa no puede evitar que las construcciones ilegales sigan creciendo.
“Nosotros hacemos un control riguroso de entrada a la playa los fines de semana y en temporada alta, con dos retenes uno a la entrada a la playa”, explica Puello Rubio.
¿En qué momento se descontroló el turismo?
En abril del 2014 el Gobierno Nacional inauguró con bombos y platillos el puente de Barú. Obra de infraestructura sobre el canal del Dique que llegó para traerle desarrollo a los corregimientos de Santa Ana, Ararca y Barú, en la isla, que a partir de entonces está unida a Cartagena por el puente.
Sin embargo, para los habitantes de la isla, la obra le abrió las puertas a turismo sin control.
“Antes del puente los turistas tenían que atravesar el canal del Dique en Ferry desde Pasacaballos, además la carretera que llevaba a Playa Blanca, era una carretera destapada, así que el paseo no era muy atractivo, pero ahora con el puente los precios del paseo bajaron y un domingo es visita obligada venirse para playa blanca”, dice Roberto Cassiani, comerciante de Playa Blanca.
La inauguración del puente disparó de inmediato el turismo masivo. En las vacaciones de mitad de año de junio del 2014, más de 28.000 personas ingresaron a Playa Blanca por carretera, según números de Parques Nacionales Naturales.
Un año después, en las vacaciones de junio del 2015 la cifra se multiplicó a 47.000 viajeros.
la gente comenzó a invadir más y más playa hacia el norte y levantaron quioscos hasta más allá del kilómetro dos donde antes ponían los huevos las tortugas Carey, que desaparecieron de la zona.
“Los comerciantes estaban locos y la plata se comenzó a ver y la gente comenzó a invadir más y más playa hacia el norte y levantaron quioscos hasta más allá del kilómetro dos donde antes ponían los huevos las tortugas Carey, que desaparecieron de la zona”, dice el biólogo cartagenero Martín Rosero.
La afluencia más alta de viajeros, según Parques Nacionales, se dio en junio del 2015, cuando en un solo día se metieron 13.000 bañistas al balneario.
“Allá nadie hace nada. Esa es la realidad. En temporada aparecen e intentar hacer algunos operativos, pero no más. En enero una semana, en semana santa 2 o 3 días”, dice Clara Diago, Directora de la corporación para el desarrollo de Playa Blanca, Corplaya.