La comunicación mediática es necesaria y hasta vital para la actualidad mundial. Todo el planeta se entera, al instante, de lo ocurre cerca o lejos. Esa es la ventaja de que un tercero con amplio alcance sirva de canal para transmitir una información, pues casi nunca existe comunicación directa entre el emisor y el receptor.
El problema surge cuando ese medio interviene en el contenido del mensaje. Quien envía la información pierde el control sobre ella en cuanto la deja en manos de un tercero que, en teoría, debería transmitir tal cual los datos que, en el fondo, se quiere difundir. Pero muchas veces eso no ocurre.
De allí que aparezcan los llamados falsos positivos y, en este caso, falsos positivos mediáticos, en los que un medio o una cadena de medios de comunicación modifica el contenido de una información, generalmente adrede, para difundir una versión sesgada del algún hecho, con el argumento de la interpretación periodística y con obscuros objetivos sobre los cuales habría intereses políticos o económicos.
¿Cuál es el caso más reciente, al menos en Colombia?
El señalamiento que hizo el periódico The New York Times sobre el comandante del Ejército, general Nicacio Martínez, a quien intentaron señalar de responsable de la ejecución extrajudicial de civiles, en una supuesta –y desmentida– comandancia de la Décima Brigada Blindada entre 2004 y 2006.
Mientras el título señalaba directamente al general de ordenar esos asesinatos como condición para aumentar la eficacia contra rebeldes y otros criminales, en el texto se indica que Martínez era jefe del Estado Mayor, una dependencia en la que solo ejecutaba labores administrativas.
A pesar de que la aclaratoria se encontraba en el mismo trabajo periodístico, su título, apoyado en el nombre “The New York Times”, un peso pesado en la opinión pública mundial, la falsa información se hizo viral y mundial, a tal punto que la izquierda colombiana, experta en falsos positivos, intentó boicotear el ascenso de Martínez a general de 4 soles.
Pero ni siquiera hay una investigación por esos casos en contra del comandante del Ejército, y esa misma institución desmintió el falso positivo mediático que puso a rodar el “prestigioso” medio.
Y de manera similar ocurre con el ministro de Defensa, Guillermo Botero, a quien injustamente intentan endilgarle responsabilidades de negligencia y hasta decisiones contra la vida de ciudadanos; con apoyo de los medios nacionales, una situación que llegó hasta la Cámara de Representantes como debate de moción de censura que podría obligar al presidente de la República a destituirlo.
Pero Botero se defendió bastante bien en su presentación de argumentos ante la plenaria, este lunes. La votación sobre aprobar o no la moción de censura será este jueves 13 de junio. Veremos y ganan o no los falsos positivos mediáticos, la guerra política del siglo XXI.