Tras presentarse los primeros problemas con el anunciado Festival Sabanero del Acordeón en la capital de Sucre, especialistas del tema, plantearon que es mejor postergar este evento, hasta que haya claridad meridiana de los recursos económicos que se manejaron en enero de 2017.
De acuerdo con algunas versiones conocidas por este portal, los directivos de la versión anterior no sólo no rindieron cuentas públicas y claras, sino que al parecer habrían incurrido en irregularidades y ahora pretenden este año con otra razón social realizar el mismo festival.
Una fuente confirmó que para la versión anterior, usaron en forma ilegítima, la firma Fundafessa, aún sin liquidar, y sin convocar asamblea de socios, ni mucho menos junta directiva, manejaron 180 millones de pesos que aportó la Alcaldía de Sincelejo, más 30 millones por venta de la plaza ( licor, cerveza, etc.) y otros rubros de la empresa privada.
Los directivos según la fuente habrían entregado en tarima premios cercanos a los 100 millones de pesos, pero del resto del dinero no se tienen cuentas claras.
Por falta de organización- agregó la fuente- los dineros girados a última hora por La Alcaldía de Sincelejo fueron consignados a la cuenta personal del director ejecutivo de Fundafessa, pero esta cuenta estaba embargada.
El presidente de Fundafessa, Marco Garrido, quien fue engañado, tuvo que ver el festival desde el patio de los gorriones, no lo invitaron, mientras allegados a la junta directiva, revendían boletas en los alrededores del Estadio, para ingresar a zona especial.
El anterior tesorero de Fundaffesa, Ismael Martínez, quien ahora funge de presidente de otra corporación creada sin convocar a otros socios a última hora, dijo haber entregado 14 millones de pesos al director ejecutivo, Abraham Ganem; otro tanto a Ledys Torres, secretaria por fuera de la Fundación y que a él le ordenaron cuatro millones más, pero que éstos se justificaban por cuanto todas las diligencias las hacían en su camioneta particular.
Con la plata en las manos, aseguró la fuente, los directivos del festival realizado en 2017, sin una autorización previa y usando una Fundación que jamás sesionó- a menos que hayan firmado como fantasmas, empezaron a distribuir los recursos entre personas cercanas.
Robinson Urango, revisor fiscal, y José Miguel Ochoa, habrian recibido dineros del festín que dejó el festival, que luego cayó en una serie de disputas internas, hasta ahora que aparecen con el mismo festival, pero con otra Fundación.
Igual se conoció que el festival fue manejado por dos familias quienes hicieron su agosto. Hasta el concurso de la canción inédita tuvo sus lunares, pese a que la decisión cayó bien.
Las primeras escaramuzas, que de seguro degenerarán zozobra- si no hay claridad sobre los dineros- ya empezaron a presentarse en un grupo de WhatsApp de los periodistas sucreños, donde hay inconformismo por la publicidad. Hay dineros para algunas emisoras comerciales, pero para el resto no.
Observadores cercanos al evento, programado para final de junio, dijeron que este tipo de festivales es mejor no hacerlos, cuando hay aguas turbias que se mueven en el trasfondo.
Ya pasó en La Feria del Sombrero Vueltiao en Sampues en 2007, donde se les pagó a los ganadores y proveedores con cheques sin fondo. El presidente se fue para Venezuela. Y ese otro año arrancó con otra junta, pero con la misma razón social, sin pagar los daños causados.
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