En este país da miedo hablar. Los únicos que no sabían que al parecer a Jorge Pretelt lo iban a condenar, eran él y su abogado. Cual Santiago Nassar, todo el mundo parecía conocer su suerte, menos ellos.
La condena de Jorge Pretelt, se cree no es producto solo de la voluntad de la Corte Suprema de Justicia, sino que es el coletazo de Juan Manuel Santos. Honorable nobel de la paz, que sabe odiar y guardar rencor mas que el propio diablo en su reino.
No es oculto que Juan Manuel Santos, odia a Pretelt y a su abogado mas que a ningún otro. Claro que al abogado lo odian mas de uno, incluso muy por encima del propio cliente, quien termina padeciendo las consecuencias, en lo que no es precisamente un caso de la farándula criolla. Juan Manuel, siempre vio al uribista Jorge Pretelt como piedra en el zapato para sus planes.
Ante intentar arrodillarlo y no lograrlo, optó por el camino de destruirlo. Que lo digan los honorables senadores. No solo lo apartó de la presidencia de la Corte Constitucional, sino que se dice ordenó perseguirlo, de lo cual hoy es víctima Pretelt.
Para nadie es secreto que la Corte tiene poder y le copia a Juan Manuel, así se rasguen las vestiduras. Jorge es inocente, solo que la justicia ve lo que le da la gana, cuando le da la gana. Eso es un secreto a voces y a esa justicia no se le teme, se le tiene pavor. Los medios de comunicación le hacen eco a su conveniencia.
Lo dicho por Victor Pacheco, es facilmente desvirtuable, siempre y cuando se quiera ver. Igual, lo del mismo tipo Pacheco es creíble, siempre y cuando se le quiera encontrar el acomodo de creerle. Ante las dos posibilidades, lo correcto es que prevalezca la presunción de inocencia, pero prevalece la presunción de Juan Manuel.
No pretendo decir que la Corte Suprema de Justicia es un pelele de Juan Manuel Santos, pero de que los unen odios comunes, es innegable. Entre ellos a Uribe. Nos guste o no, es una realidad y para salvar responsabilidades, digamos que la verdad la sabe Dios, que conoce la animadversión de todos los corazones.
No hay merito para condenar a Jorge Pretelt. Lo que si parece existe es voluntad de hacerlo. Si Jorge ha de ser condenado, antes que él deben haber pasado muchos y ni siquiera se dan por enterados. Así funciona este país.
La condena de Jorge Pretelt, a todas luces pareciera ser política, personal y mediática; por esos motivos, no es justo semejante atropello, con alguien víctima de la lengua viperina del circo romano; perdón colombiano. Además de ser un «corroncho» en la élite de la justicia colombiana, lo cual produce fastidio y debe pagar por ello, amén de haberse atrevido a atravesar en los planes dantescos del «Honorable» Juan Manuel, el mismo que no tuvo peros para entregar al inocente Lorent Saleh a Maduro. De esa forma, a sangre fría, actúa el circulo capitalino del poder.
Quedó Pretelt en la mitad del extremismo y la polarización política que carcome el suelo colombiano. Con un partido y amigos que le apuestan al salvese quien pueda y el Cristo a sus espaldas, lo de Jorge, produce impotente dolor.
Todo el fallo creería está dado en supuestos y deducciones. ¿Como así, que el llegar a un sitio a la 1;00 pm y no en punto a las 12:00 m, es una prueba reina, sin tener en cuenta siquiera el caos del tránsito capitalino entre otros? ¡ por Dios¡ ¿Como puede sustentarse una condena con tan escaso argumento? Es inaudito. De allí es factible suponer hasta una reunión con OVNIS, además de la de Victor Pacheco. Eso es ver lo que se quiere ver, cuando la intención es condenar a alguien.
Cómo dice un amigo «‘lo que mas piedra da» es que todos conocían la crónica de una condena anunciada, menos los actores principales. Además no les quedaba otra, sino hacerse los locos con el «desconocimiento» de algo que ya estaba cantado.
Como está la situación, solo un milagro salva a Jorge y es que quienes conozcan del caso en segunda instancia, actúen en derecho y a conciencia, sin ser celestinos de la primera instancia. Como el ciego dijo, amanecerá y veremos. Lo veo poco probable. No precisamente porque sea profeta, o tenga una bola de cristal, sino porque estamos en Colombia.
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