De acuerdo a los últimos acontecimientos políticos en la ciudad de Cartagena, puedo decir sin lugar a equívocos que nunca antes la sociedad de la Heroica había visto o escuchado una guerra intestina protagonizada entre algunos concejales y el Alcalde Distrital William Dau Chamatt así como también en contra de funcionarios del gabinete del Alcalde.
Sí la memoria no me traiciona, tengo casi la certeza que durante treinta años (30) jamás se había visto una dicotomía entre los concejales y el Alcalde ni al inicio, ni en el intermedio o al final de una administración como está que corresponde al periodo 2020-2023.
Esta confrontación, de acuerdo a nuestro saber y entender tiene su origen en el triunfo electoral inesperado de Dau Chamatt el 27 de octubre de 2019, cuando de acuerdo a las encuestas, opiniones y politólogos criollos daban por descontado que el ganador sería William García Tirado quien contaba con el respaldo, vinculación y aval de las casas políticas tradicionales, señaladas y calificadas durante toda la campaña proselitista de Dau como corruptas y culpables de la descomposición administrativa desde la alcaldía de Cartagena.
No se puede negar que para muchos cartageneros fue una sorpresa mayúscula el resultado de las informaciones de votos por mesas escrutadas, y dicen que ni el mismo Dau se lo creía, pero esa misma noche ondeó la bandera cuadrilonga de Cartagena para celebrar el inesperado triunfo.
En su primer discurso el nuevo alcalde reafirmó el calificativo de «malandrines» a todos los corruptos de la ciudad, y en especial a quienes forman parte de casas y clanes políticos que desde hace añales han disfrutado a sus anchas del poder político y económico de la ciudad.
Realizado los escrutinios con el cumplimiento de las normas legales, y con la presencia de representantes de los organismos de control solicitado por Dau, y con el acompañamiento de sus barras populares, éste fue ratificado como el nuevo alcalde de Cartagena.
Se habló de fraude electoral, se presentaron denuncias en la fiscalía, se impetraron tutelas, se denunció por los medios supuestas irregularidades, y como ninguno de estos recursos prosperaron, se fueron fomentando a diestra y siniestra toda clase de críticas infundadas en contra Dau Chamatt, que por supuesto, originaron en el alcalde reacciones iterativas y reafirmantes dirigidas a los corruptos y a los malandrines.
La discordancia o falta de armonía se acentúo aún más con los concejales después de los informes de los coordinadores de las comisiones de empalme quienes encontraron aproximadamente 5 mil OPS en toda la administración anterior y un enorme desequilibrio económico.
En vista de esas cantidades reportadas, el alcalde anunció que dichas OPS serán controladas rigurosamente, al igual que el flujo de caja. Es aquí donde comienza el inconformismo y la preocupación de los concejales quienes ven que sus intereses económicos y burocráticos comienzan a correr peligro.
En vista de la anunciada nueva política administrativa llamada «se rompieron las cadenas» fue que se configuró una alianza estratégica entre concejales, periodistas e inconformes quienes decretaron lo que hemos llamado la guerra intestina entre los concejales y el Alcalde, quien soltó un misil dirigido a los concejales diciéndoles lo que ustedes ya saben que les dijo.
¿Hasta cuándo durará ésta guerra intestina que ahora tiene como perdedora es a la sociedad cartagenera?
Lamentable lo que está sucediendo porque es algo ilógico y sin sentido, para referirme a lo que en materia de literatura conocemos como «El teatro de lo absurdo».
41 total views, 39 views today