En Manhattan había carteles gigantes en las paredes. Uno de ellos tenía una foto de Kaspárov enorme a toda portada y un titular debajo que decía: “¿Será este hombre capaz de salvar al género humano?”.
Era muy significativo que más del 90% del público que asistía a las partidas era estadounidense, y en el escenario tenían a Kaspárov con la bandera rusa y al operario de IBM con la bandera de las barras y las estrellas.
Sin embargo, casi todo el público iba a favor del ruso, algo que en Estados Unidos es verdaderamente asombroso.
El día que Kaspárov perdió, las acciones de IBM se dispararon en Wall Street.
Pero después IBM demostró que no se trataba solo de publicidad, ya que utilizó lo aprendido a través de Deep Blue con Kaspárov en diversos campos de la ciencia cuyo factor común es el cálculo molecular.
Por ejemplo, en la fabricación de medicamentos complejos, pronóstico meteorológico, planificación agrícola, cálculo bursátil…
No exagero mucho, quizás solo un poco, si digo que hoy, cuando vamos a una farmacia a comprar un medicamento de fabricación compleja, nos estamos beneficiando de lo que IBM aprendió ganando a Kaspárov.
De hecho, tú has contado en ocasiones algo que me parece muy hermoso, que la victoria de Deep Blue no era una derrota del género humano sino, en el fondo, una gran victoria de la humanidad, que había logrado concebir una máquina así.
Claro, con esto pasa algo muy parecido a lo que lo que ocurre con la energía atómica y la inteligencia artifical.
El gran peligro no son ellas mismas, sino el uso criminal que pueden tener sus usos.
Ahora bien, hay motivos para el optimismo, y ahí llegamos a Demis Hassabis, el Premio Nobel de Química.
…que también fue ajedrecista.
Claro. Cuando Kaspárov pierde ante Deep Blue, Hassabis se estaba graduando en Cambridge con las notas más brillantes posibles. Él había sido niño prodigio del ajedrez y, afortunadamente para la humanidad, eligió la ciencia en detrimento del ajedrez.
Durante muchos años le dio vueltas a cómo IBM había programado a Deep Blue, metiéndole una base de datos con millones de partidas jugadas desde el siglo XVI y perfeccionándolo con el asesoramiento de grandes maestros humanos.
Veinte años después, en 2017, Hassabis hace algo completamente distinto cuando saca a la luz el programa AlphaZero, al que solamente le enseña las reglas básicas del ajedrez y a continuación hace que juegue millones de partidas contra sí mismo y aprenda de cada una de ellas.
El resultado fue AlphaZero 27, Stockfish 0, el mejor programa de ajedrez de ese momento en el mundo.
Luego hace algo parecido con AlphaGo, basado en el go, un juego de pasión masiva en muchos países asiáticos, que también le ganó al campeón mundial de esa especialidad.
Y esto sienta las bases para los grandes avances que vienen después…
Eso es. DeepMind, la empresa de Google que lidera Demis Hassabis, crea AlphaFold, que en 2020, basándose en lo aprendido con el ajedrez y el go, logra, si no el mayor, uno de los mayores avances en la historia de la biología: descifrar la estructura de las proteínas, un elemento esencial para la vida formadas por millones de combinaciones posibles de aminoácidos.
Lo aprendido con el ajedrez fue tan útil porque el número de partidas distintas que se pueden jugar es mayor que el número de átomos que hay en el universo entero conocido.
Si el de átomos es un 1 seguido de 80 ceros, el de partidas distintas posibles de ajedrez es 1 seguido de 123 ceros. Y el de go es aún mayor.
El haber profundizado tanto en esto hizo posible descifrar la estructura de las proteínas a pesar de que los mayores expertos mundiales en biología pensaban que eso no se iba a lograr en todo el siglo XXI.
Y gracias a eso, hace uno o dos años, se acaban de conseguir los más recientes avances en la lucha contra el cáncer de hígado o en antidepresivos , y se sabe que en los próximos meses, como mucho en los próximos pocos años, vamos a ver avances de la ciencia enormes basados en lo que Demis Hassabis y su equipo consiguieron con las proteínas.
Por eso le han dado el Premio Nobel (junto a David Baker y John M. Jumper).
Volviendo a las metáforas del ajedrez, ¿qué partida está jugando Putin en Ucrania?
Putin está siguiendo una estrategia de desgaste, esperando o confiando en que su rival acabe cometiendo algún error definitivo o que simplemente se rinda por cansancio.
Pero en realidad, no tiene suficientes fuerzas para poder ganar la partida si su rival aguanta lo suficiente.
Por eso, la probabilidad de que Putin gane o pierda esta partida depende más bien de los aliados de Ucrania. Si le prestan el apoyo suficiente, no podrá ganar nunca.
Tú ha sido jugador semiprofesional y has tenido la suerte de conocer a todos los grandes maestros y campeones de las últimas décadas. ¿Cuál de ellos te ha impresionado más o te ha marcado de alguna forma?
Esa es la pregunta más difícil que me has hecho, porque es más difícil que el famoso tópico de prefieres a tu padre o a tu madre.
Quien más me ha impresionado, en el sentido literal de la palabra, por cómo era como persona, es Bobby Fischer.
A él se le atribuye un cociente intelectual superior al de Einstein, pero también era un enfermo mental. Entonces, convivir con él era realmente impresionante.
Kaspárov es tal vez quien más ha contribuido a la difusión del ajedrez en el mundo. Y es una persona muy culta.
(Viswanathan) Anand también impresiona porque puedes hablar con él prácticamente de cualquier cosa, pero además es tremendamente modesto, a pesar de ser uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.
Y así sucesivamente. Los campeones del mundo todos son personajes muy excepcionales porque, si no, no llegarían a ser campeones del mundo, y cada uno de ellos te impresiona por razones distintas.
¿Y qué características crees que comparten estas personas con mentes privilegiadas que han llegado a la cima del ajedrez?
Una enorme fortaleza mental, que les lleva a resistir tensiones y presiones de todo tipo.
Según te hablo de esto, me estoy acordando de alguien que quizá sea una excepción: el actual campeón, Ding Liren, que está en una situación muy crítica.
Fue campeón del mundo hace año y medio de forma épica: su novia lo había abandonado un par de meses antes del campeonato mundial; es una persona hipersensible, de enorme cultura general, y ganó en el desempate rápido.
Pero después, durante ocho o nueve meses, tuvo enormes problemas para dormir. Y todavía no se ha recuperado de eso.
Leontxo, para terminar, tú has dicho muchas veces que el ajedrez enseña a pensar. ¿Por qué es tan importante y para qué más sirve el ajedrez?
Bueno, que te enseñe a pensar en este momento de la historia es de una importancia capital.
Y no lo digo yo: en los últimos meses he dado varias conferencias o talleres a maestros de escuela y siempre les pido que me cuenten cuáles son sus inquietudes.
Son principalmente dos: cómo motivar al alumnado para que entre en el aula con deseos de aprender cuando un porcentaje muy grande está idiotizado por el mal uso de las redes sociales, y qué podemos enseñar hoy con la seguridad de que va a ser útil dentro de diez años.
Y por mucho que cambie el mundo, dentro de una década seguro que saber pensar seguirá siendo esencial, y el ajedrez es un juego que enseña a pensar y a aprender jugando, que es una de las leyes infalibles de la buena pedagogía.
En los niños de 3 a 6 años, por ejemplo, si lo combinas con música y danza en un tablero gigante de suelo puedes trabajar psicomotricidad, memoria, concentración, atención, respeto por las normas, por el compañero, control del primer impulso…
Esto es algo que hace, por ejemplo en Colombia, Adriana Salazar, que es en mi opinión la mayor experta del mundo, especialmente en ajedrez en etapa preescolar.
También se está aplicando en países como España, en varias provincias de Argentina, Uruguay o Cuba, y otros muchos gobiernos de Latinoamérica estudian incluirlo en sus planes educativos.
Y luego, según va creciendo el alumnado, puedes trabajar muchas más cosas como el pensamiento crítico o la toma de decisiones.
La lista de cualidades o capacidades que desarrolla es realmente enorme.